
Trabajar en una gran empresa, ya sea por cuenta propia o en relación de dependencia, tiene muchas ventajas. El ingreso económico es interesante, conocer gente y sitios nuevos, crecer dentro de la empresa y ser reconocido aún a sabiendas de que se está ahí dependiendo de los resultados que obtenga, y que el día de mañana podría ser el último si uno ya no es necesario.
Los ejecutivos/as se reconocen entre ellos en los aeropuertos, en la fila de seguridad identifican la fila que les llevara más o menos tiempo pasar, y tienen sus rituales y costumbres para pasar uno más de tantos viajes de la forma más llevadera posible.
Si han pasado un buen fin de semana con sus parejas y/o hijos en algún momento antes de que el avión tome vuelo, los recordaran con añoranza y mandaran ese mensaje de texto antes de que les digan que hay que apagar los celulares.
Los viajes durarán días o semanas, el ritmo de trabajo, reuniones, conferencias, cenas con la gente local, la diferencia en el huso horario y el jet lag, todo combinado harán su trabajo en la mente y en el cuerpo. No verá el momento de llegar a casa y estar con los suyos y descansar a pesar de saber también que tendrá que intentar resarcir de alguna forma el tiempo fuera, los hijos llamarán su atención queriendo contarle lo que les ha pasado en esos días, la pareja querrá su dosis de atención también, y el trabajo acumulado en su oficina le hará desear tener por lo menos dos clones para poder satisfacer a todas las partes.
En casa sin embargo el otro miembro de la pareja que quizás trabaje, hará de padre y madre de los hijos, se ocupara de las labores de la casa, y el esfuerzo de ser dos en uno también le afectara en mente y en el cuerpo. Deseará que su pareja vuelva, o al menos poder contarle telefónicamente sus preocupaciones cotidianas, la anécdota de la escuela, el encontronazo con la vecina, cosas que no cuenta porque parecen irrelevantes para una llamada que se ha hecho en el tiempo del almuerzo o del descanso del Otro, y no sería justo para el Otro perder el poco tiempo que tiene en esas historias que pueden esperar al fin de semana si es que se acuerda de ellas o no surge algo más urgente. La distancia entonces se hace más grande que los meros kilómetros reales.
Seguir “enamorados” o seguir en el “estar juntos” se vuelve una meta en sí misma. Supone un esfuerzo para “reencontrarse” a través de chequear donde está la pareja situada, el hacer cosas juntos que les recuerde por que se eligieron y seguir conociéndose y reconociéndose en el paso del tiempo.
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