… la auténtica vida humana es la composición del diálogo abierto. La vida por su propia naturaleza es dialógica. Vivir significa participar en el diálogo: hacer preguntas, prestar atención, responder, estar de acuerdo, y así sucesivamente. En este diálogo una persona participa en su totalidad y con toda su vida: con sus ojos, labios, manos, alma, espíritu, con todo su cuerpo y hechos. Invierte todo su ser en el discurso, y este discurso entra en la trama dialógica de la vida humana, en el simposio mundial» (M. Bakthin, 1984)
Este proceso terapéutico tiene de base el Co-constructivismo, con una forma particular de ver al ser humano y al mundo social, y de la que se desprenden una serie de técnicas adaptables a cada situación o persona.
La terapia constructivista consiste en la creación de significado, en la que se puedan reformular y resolver los problemas en el lenguaje, se co-construye una nueva historia.
En consecuencia, no se busca descubrir una verdad o normalidad de la persona, el interés de la terapia está en la funcionalidad del comportamiento humano frente a las situaciones planteadas como problemas, considerándolo siempre en relación a su contexto o medio. Se plantea el cambio de foco del contenido a los procesos, ya no se busca las causas profundas del problema a través del por qué y se intenta romper las soluciones ensayadas que perpetúan el problema.
Las características de la terapeuta, como mantener la iniciativa y actitud activa, una gran elasticidad mental o flexibilidad, y la idea que para que ocurra el cambio deseado es requisito actuar y después de esto ocurre el cambio en el pensar o en la posición de observador.
Una característica esencial de este enfoque es que la terapia es activa, orientada a metas, el foco está puesto en el futuro de los consultantes más que en su pasado, se promueve el actuar, más que la búsqueda de explicaciones causales y la terapia consiste en la construcción de un problema soluble donde el foco está puesto en el proceso del problema, en las secuencias repetitivas de conducta en las que el comportamiento-problema está inscrito (Casabianca & Hirsch, 1989).
Igualmente importante es comprender la visión de mundo del consultante, hablar su lenguaje es primordial para el terapeuta. Es central el manejo del cambio ya que le presta especial atención a la prevención de recaídas, en el sentido que busca asegurarse que cualquier retorno al circuito que mantiene el problema no desmoralice al consultante y abandone los esfuerzos que ha realizado hasta el momento.
Con respecto a las técnicas, una de las más utilizadas es la focalización en los recursos de los pacientes. También se utilizan frecuentemente las tareas para la casa, ya que se espera que el cambio ocurra fuera de la sesión, para lo que se prescriben tareas directas o paradojales que tienen el objetivo de neutralizar las soluciones ensayadas que mantienen el problema, o facilitar nuevos aprendizajes o comprensiones que rompan el circuito vicioso del problema (Casabianca & Hirsch 1989).
Por último está la búsqueda de excepciones, en el entendido que ningún problema ocurre todo el tiempo, siempre hay excepciones. Este principio sigue la idea de la transitoriedad de los problemas y que las personas siempre manifiestan excepciones a sus problemas, incluso pequeñas, que pueden ser utilizadas para generar los cambios buscados (Trepper, 2006).