Señora de mediana edad, lleva 12 años y varias mamografías encima debido a genética familiar. Qué tienen de distinto las ecografías entre sí, el lugar en el que se han hecho, los doctores que lo han aconsejado. Qué tienen de común todas estas experiencias, aparte del resultado benigno al Altísimo gracias. El ser un evento traumático.
Cada mujer se planta ante el evento en un continuo de aprensión, empezando por el primer paso de pedir el turno correspondiente para hacerse la prueba y suspirar profundamente porque nos hemos salvado y pateado para adelante unas semanas más hasta la fecha establecida, lo cual supone el primer alivio, postergar lo impostergable!
Hay mujeres que lo pueden toman como un trámite más que les sirve para descartar por un tiempo la posibilidad remota de tener cáncer de mama.
Dichosas las que obtienen lo que buscan. Las hay que nunca se “harían las tetas” incluso si miran con mucha envidia a las que si se animan, porque aducen que nunca entrarían a un quirófano a menos que fuera necesario, es decir, si algo no saliese bien en la próxima mamografía.
He conocido a otras señoras de mediana edad, pasar por la cama del hospital tras haberse llevado el primer susto. La mamografía no ha salido bien. Y empiezan las fantasías a destajo aquí también entran a jugar las defensas psicológicas que cada una tenga.
Quizás solo se trate de realizar una biopsia que nos dirá que no hay de qué preocuparse, o quizás piensen que será mejor quitar esos nódulos de una vez para que no se complique, y luego sigue todas las posibilidades y nuestro regateo y nuestras promesas con nuestra fuente de fe para que la cosa no se complique demasiado, y como somos muy fuertes hasta podemos llegar a ver la parte positiva: ves, ahora si me hago las tetas a nuevas!
He visto a estas señoras pasar por las camas del hospital en las distintos momentos del proceso; a la hora del ingreso y el papeleo, cuando estaban esperando a que las bajaran al quirófano, cuando han vuelto del mismo, cuando se han despertado del todo de la anestesia y se han animado o no a palparse las vendas e intentar entender que ha pasado y ponerle palabras al dolor físico. A poder hablar y escuchar a la compañera de habitación que pobre, está en una situación más complicada que la suya propia y lleva más días internada y sirve de guía práctica y espiritual. Las cosas que se cuentan entre compañeras de habitación quedan siempre guardadas en la memoria. Quizás se intercambien los números de teléfono aunque no hablen nunca más y se desean las mejores de las suertes para lo que les espera más adelante.
Volvamos al día en que tenemos el turno para la Mamografía. Llegamos con nuestras ecografías previas y sus respectivos informes que, como dice el título, están escritos casi en cuatro idiomas distintos. La secretaria en el idioma local, te hace preguntas personales.
La espera en el pasillo a que te llamen por tu apellido, sale una técnica en Mamografía a buscarte, te ordena amablemente en el idioma local que entres al cubículo y te desnudes de la cintura para arriba.
Y por fin viene lo interesante donde tienes que adoptar 4 anti anatómicas posturas, dos de cada lado, dos por cada pecho o mama como el nombre de la prueba indica, mientras que un aparato te estruja y aprisiona la mama hasta el dolor.
Y una mujer técnica en mamografía te da indicaciones, te agarra la mama como si fuera un trozo separado de tu cuerpo y lo maneja a su voluntad.
Y tú le preguntas «¿será que alguna vez inventen un aparato más amigable para las mujeres?«, tratando de crear en ella la mínima empatía para no sentirte tan “cosificada” entre sus manos. Para hacerla ver que el día de mañana ella también tendrá que pasar por lo mismo y querrá ser tratada con respeto por sus compañeras de género, pero ella no accede a compartir el poder y contesta que ella no se ocupa de crear las máquinas.
Vuelta al cubículo donde espera la ropa y la dignidad, no deja una de pensar que salvando la situación geográfica, el clima, el idioma y alguna idiosincrasia cultural, las mamografías y el personal que las realiza son prácticamente y lamentablemente para nosotras, similares en casi 4 continentes.