… Queda un espacio vacío. Que no lo puede llenar la llegada de otro amigo».
Así dice la letra de la canción cantada por Alberto Cortez.
En este mundo nuestro de gente que viene y va. De la calesita de la que cada año se suben y bajan conocidos, amigos de pocas o muchas vueltas en el tiovivo. Algunos consiguen no involucrarse sentimentalmente para no sufrir luego la ausencia. Otros lo viven como la oportunidad de crear contactos interesantes que usar en algún momento actual o del futuro. Otros encuentran lazos de amistad profundos que ni el tiempo ni la distancia podrán nunca romper.
Estas opciones y mas son todas válidas. La mas dolorosa, la última a la hora de las despedidas por el grado de involucramiento que suponen. También es la que mas llena el alma y el corazón de gratos momentos compartidos, de compañerismo, de Hoy por ti y Mañana por Mi. La de «Dónde nos encontramos la Próxima vez» o «al menos mantengamos el contacto y nunca nos olvidemos».
Cuando los amigos de nuestros hijos se van, es a través de nuestro ejemplo que podemos transmitirles que si una relación nos importa, hay maneras de seguir alimentandola, de mantenerla hasta el nuevo encuentro. Que hemos dejado y nos dejan una impronta que nos acompañara con mucho cariño durante nuestra vida.
Que si queremos podemos seguir siendo partícipes sino de la vida cotidiana del otro, si de los momentos importantes de la misma, de los rituales, de los momentos tristes y alegres. Porque esa ha sido nuestra familia de Elección durante nuestra vida nómada, y a la que pertenecemos. Esos son los lazos que nos arraigan al mundo y es importante cuidarlos.